Ya sabéis que este invierno ha sido el de los cuellos o bufandas infinitas, fuéramos por donde fuéramos allí las veíamos, de todos los colores y formas, pero a todas les sacábamos un pero, que si es muy fina, que si es muy larga, que si el color no es el que quiero... así que buscamos una solución muy rápida... nos fuimos a la tienda y compramos una lana que cumplía todos y cada uno de nuestros requisitos: tenía que ser gris, gordita y sobre todo suave.
Para hacerla pensé que lo mejor era hacer una cadeneta muy larga, unirla al final y hacer todas las vueltas en espiral con punto bajo. En la cabeza parecía muy fácil, pero la realidad es que el empiece fue un poco caótico porque hacer una cadeneta tan larga tiene el riesgo de que al cerrarla los puntos queden retorcidos... y eso me pasó unas cuantas veces hasta que con mucha, mucha paciencia conseguí que quedara bien derecha y entonces todo fue rodado.
Lo bueno de trabajar con lanas tan gorditas es que los trabajos se hacen en muy poquito tiempo y esta no me llevó más que una fría tarde de sábado. El lunes ya lucía en el cuello de mi hija que llegó al cole bien abrigada con una bufanda a juego con el anorak de este invierno.
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